El pasado día de Reyes, la pequeña localidad de Saint-Pierre-la-Cour, en el centro de Francia, fue escenario de una de esas noticias que demuestran de lo que son capaces los niños. El protagonista es un niño de cinco años llamado Kévin-Djéné, que salvó la vida de su padre.
Según el diario Ouest-France, Maurice Godin, el padre de Kévin, había acostado al niño y a su hermana pequeña cuando sufrió un infarto que le dejó inconsciente en en el suelo. La madre, Djénéba, trabaja por la noche, por lo que Kévin no tenía a quién pedir ayuda. Así que decidió salir a buscar a su madre, cuya oficina estaba a 10 km de casa.
Ataviado con pijama y zapatillas, Kévin le dijo a su hermanita que no se moviera y cogió su bici, en la fría noche, para buscar a su mamá. El pequeño salió a la carretera y Jean-François Pinot, un conductor, se percató de su presencia: "Estaba bajo la lluvia y helado de frío. Me dijo 'mi papá está muerto". Jean-François paró a otro conductor y entre ambos llamaron a la Gendarmería y a los Bomberos.
Al principio, las explicaciones de Kévin eran confusas: "Es normal, a su edad. No podía determinar exactamente su dirección o la del trabajo de su madre". Pero finalmente, los agentes pudieron averiguar su domicilio. Había pasado media hora.
Cuando llegaron a la casa, el padre aún estaba vivo. Fue trasladado a un centro hospitalario y la madre fue avisada. Djénéba dice que Jean-François Pinot salvó la vida de su marido "pero también la de mi hijo, que estaba solo en la carretera en plena noche".
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